La Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial

La Gran Depresión

El 24 de octubre de 1929, el "jueves negro" una oleada de ventas de acciones provocada por el pánico arrasó la Bolsa de Valores de New York.  Una vez iniciado, el derrumbe en los precios de las acciones y de otros valores no pudo detenerse. Para 1932, miles de bancos y más de 100.000 sociedades mercantiles habían quebrado. La producción industrial se redujo a la mitad, el ingreso agrícola decayó en más del 50%, los salarios bajaron un 60%, la inversión nueva tuvo se redujo un 90%, y uno de cada cuatro trabajadores estaba desempleado.
 
Herbert Hoover, presidente republicano, pidió a los empresarios que no recortaran los salarios, y trató de reducir las tasas de interés y apoyar los precios agrícolas. En 1932 aprobó la creación de la Corporación Financiera de Reconstrucción, que prestó dinero a los bancos que se hallaban en apuros.
 
Pero estas medidas resultaron inadecuadas para hacer frente al derrumbe económico, y Hoover se opuso a las propuestas de llevar a cabo programas de ayuda económica y creación de empleos con fondos federales. Creyó que podría poner fin a la Depresión equilibrando el presupuesto nacional y restaurando la confianza de la iniciativa privada. Aseguró a la población que la recuperación estaba "a la vuelta de la esquina", pero la economía seguía decayendo. A las masas de trabajadores desempleados les pareció que Hoover era insensible e incapaz de ayudarlos. En las elecciones de 1932 sufrió una estruendosa derrota frente al demócrata Franklin Delano Roosevelt, quien prometió "un Nuevo Trato para el pueblo estadounidense" .
 
Garboso, optimista e imponente orador, Roosevelt, quien había sido gobernador del estado de New York, logró inspirar la confianza pública que Hoover no supo ganarse. "Lo único que hay que temer es el temor mismo", declaró Roosevelt en su discurso de toma de posesión, y rápidamente tomó medidas para hacer frente a la emergencia. En un lapso de tres meses (los históricos "Cien Días" con los que hoy se mide a cada presidente) Roosevelt sometió a la aprobación del Congreso un gran número de leyes para ayudar a la recuperación de la economía. El Cuerpo Civil de Conservación (CCC) puso a hombres jóvenes a trabajar en programas de reforestación y control de inundaciones. La Administración Federal de Ayuda Urgente (FERA) contribuyó a los fondos de ayuda estatales y locales que se habían agotado debido a la Depresión. La Administración de Ajuste Agrícola (AAA) pagó a los agricultores para que redujeran su producción, elevando así el precio de las cosechas. La Autoridad del Valle de Tennessee (TVA) construyó una red de represas en el área del Río Tennessee, en la región sudoriental de Estados Unidos, para generar electricidad, controlar las inundaciones y producir fertilizante. Y la Administración de Recuperación Nacional (NRA) reglamentó la "competencia justa" entre empresas y garantizó derechos de negociación y salarios mínimos para los trabajadores.
 
En 1935, la Ley de Seguridad Social estableció pensiones de vejez y para sobrevivientes a base de contribuciones, así como un programa de seguro de desempleo. La Ley Wagner de Relaciones Laborales proscribió las prácticas patronales injustas y protegió el derecho de los trabajadores a la negociación colectiva.
 
La Administración de Obras en Progreso (WPA) fue una de las medidas más efectivas del Nuevo Trato, quizás porque se basaba en la creencia, nacida con los puritanos y casi universalmente aceptada por los estadounidenses de años posteriores, de que trabajar para la propia subsistencia es algo honorable y digno, en tanto que recibir ayuda que no se gana, "caridad", es algo degradante que resta a las personas independencia y sentido de autoestima. Financiada por impuestos reunidos por el gobierno federal, la WPA creó millones de empleos al emprender la construcción de carreteras, puentes, aeropuertos, hospitales, parques y edificios públicos. Aunque la WPA resultó quizás más cara que un sistema de dádivas, mantuvo a los trabajadores ocupados preservando así sus habilidades y el respeto de sí mismos. En una serie de amigables trasmisiones radiofónicas denominadas "charlas al calor del hogar" el Presidente explicó sus políticas al pueblo.
 
Los programas del Nuevo Trato de Roosevelt no pusieron fin a la Depresión. Aunque la economía mejoró como resultado de este programa de intervención gubernamental, la recuperación total finalmente llegó cuando Estados Unidos reforzó sus sistemas de defensa antes de entrar a la Segunda Guerra Mundial. Este reforzamiento, emprendido para ayudar a los exiliados de la nación en su batalla contra la agresión, absorbió el excedente de mano de obra incorporándolo a las industrias de guerra y a las fuerzas armadas. Pero muchos estadounidenses jóvenes y viejos aún sienten gran afecto por Franklin D. Roosevelt , el presidente que se acordó del "hombre olvidado en lo más bajo de la pirámide económica".
 
En la década de 1930, el Partido Comunista ganó algunos adeptos entre los trabajadores y los intelectuales, y los partidos socialistas tuvieron un número mayor de seguidores. Huey Long, gobernador de Louisiana, exigió una trasferencia masiva de riqueza de los ricos a los pobres. Sin embargo, aun cuando hubo mucho sufrimiento durante los peores años de la Depresión, y tales soluciones radicales para los problemas económicos de la nación se analizaron en muchos círculos, la mayoría de los estadounidenses retuvo su fe en una forma democrática de gobierno. Siguieron creyendo que con buena voluntad y trabajo arduo el pueblo de Estados Unidos saldría de sus años de dificultades con sus ideales y sus sistemas político y social intactos.

 

La Segunda Guerra Mundial

En septiembre de 1939 la guerra estalló en Europa. Roosevelt anunció que Estados Unidos sería neutral mas no indiferente. En septiembre de 1940, cuando Inglaterra se vio amenazada por la invasión alemana, Estados Unidos dio a los británicos 50 destructores viejos a cambio de bases navales en el Atlántico occidental. Dos semanas después el Congreso aprobó la primera conscripción militar en tiempos de paz en la historia de Estados Unidos. Para principios de 1941 Inglaterra ya no tenía dinero para comprar productos estadounidenses, así que Roosevelt convenció al Congreso de promulgar una ley de "préstamo-arrendamiento". Mediante este programa Estados Unidos acabó por "prestar" US$13.500 millones en pertrechos de guerra a la Gran Bretaña, y otros US$9.000 millones a la Unión Soviética.
 
En el Lejano Oriente las fuerzas japonesas habían invadido Manchuria (1931), China (1937) e Indochina francesa (julio de 1941). Roosevelt respondió a esta agresión prohibiendo las exportaciones de chatarra, acero y petróleo a Japón y congelando los créditos japoneses en Estados Unidos.
 
Para noviembre de 1941 los planificadores militares de Estados Unidos se preparaban para un asalto japonés, pero esperaban un ataque al sur, hacia las Indias orientales holandesas (Indonesia) ricas en petróleo. En vez de ello, bombarderos japoneses estacionados en un portaaviones atacaron la base naval de Pearl Harbor en Hawai. El sorpresivo ataque hundió o averió ocho barcos de guerra y destruyó casi 200 aviones.  Estados Unidos inmediatamente declaró la guerra a Japón. Cuatro días después Alemania e Italia, aliadas de Japón, declararon la guerra a Estados Unidos.
 
En 1941 Japón contaba con una marina de guerra importante y mayor número de aviones de los que podían movilizar Estados Unidos. Las posibilidades de una victoria militar japonesa dependían de que ese país pudiera derrotar a Estados Unidos antes que éste lograra reorientar su poderoso complejo industrial hacia la producción de equipo militar. Japón fracasó en esta empresa, y Estados Unidos pronto produjo enormes cantidades de barcos, aviones y armas diversas.
 
El gobierno de Estados Unidos tomó medidas sin precedente a fin de movilizar la economía para la guerra, incluyendo el decreto de control de salarios y precios e impuestos más altos sobre el ingreso. Se racionaron la gasolina y algunos comestibles, en tanto que la construcción de casas y la producción de automóviles y muchos otros bienes de consumo prácticamente se paralizaron. Acicateado por el temor de que Alemania creara un arma nuclear, el gobierno gastó US$2.000 millones en el ultrasecreto Proyecto Manhattan, que produjo y aprobó una bomba atómica en 1945.
 
Los planificadores de guerra estadounidenses, británicos y soviéticos convinieron en orientar sus esfuerzos primero en derrotar a Alemania. Para aliviar la presión sobre los aliados soviéticos, que se hallaban sitiados, los jefes de estado mayor conjunto de Estados Unidos recomendaron en 1942 una invasión a Francia pero, bajo la presión de Winston Churchill, primer ministro británico, los aliados se concentraron en el Mediterráneo. Las fuerzas angloamericanas llegaron a tierras norafricanas en noviembre de 1942, luego prosiguieron a Sicilia y a Italia continental en 1943, liberando a Roma el 4 de junio de 1944, tras meses de enconada lucha. Dos días después, el 6 de junio, conocido como "Día D", las tropas aliadas invadieron Normandía en la operación anfibia más ambiciosa de la historia militar. Paris fue liberado el 24 de agosto y, para septiembre, unidades de Estados Unidos habían cruzado la frontera alemana. Sin embargo, en diciembre de 1944 los alemanes lanzaron un feroz ataque contra la región de las Ardenas en Bélgica. Les tomó a los aliados una semana reagruparse y un mes contraatacar y obligar a los alemanes a retirarse en lo que llegó a conocerse como la "batalla de la Comba". Esta resultó ser la última ofensiva alemana  de la Segunda Guerra Mundial. Finalmente, el 25 de abril de 1945 las fuerzas aliadas occidentales se reunieron en el pueblo de Torgau, Alemania, con las fuerzas soviéticas que avanzaban. Los alemanes se rindieron el 5 de mayo de 1945.
 
En el Pacífico, las fuerzas armadas japonesas lograron inicialmente una serie de victorias. Para mayo de 1942 habían invadido las Filipinas y forzado la rendición de 11.500 estadounidenses y filipinos, que fueron tratados brutalmente por sus captores. En una atmósfera de histeria bélica, 110.000 japoneses-americanos que vivían en la porción occidental de Estados Unidos fueron detenidos en campos de reubicación. Los funcionarios del gobierno justificaron esta acción como medida de precaución contra el sabotaje y el espionaje, pero no hubo un solo japonés-americano que fuera hallado culpable de algún acto de deslealtad durante la guerra, y muchos de ellos pelearon valientemente en las fuerzas armadas estadounidenses.
 
El 8 de mayo de 1942 la amenaza japonesa contra Australia fue detenida en la batalla del Mar del Coral. En junio la principal flota japonesa, que navegaba rumbo a Hawai, fue rechazada en la batalla de Midway, con una pérdida de cuatro portaaviones. Los criptógrafos estadounidenses eran expertos en descifrar las claves japonesas, así que los aliados generalmente conocían la disposición de la marina de guerra japonesa.
 
A lo largo de los tres años siguientes las fuerzas de Estados Unidos avanzaron hacia Japón "saltando entre islas", es decir, tomando algunas islas estratégicas en el Pacífico y pasando por alto otras. Una fuerza aliada bajo el mando del General Joseph W. Stillwell ayudó a los chinos, y las tropas comandadas por el General Douglas MacArthur regresaron a las Filipinas en octubre de 1944. La isla de Iwo Jima, en el Pacífico central, cayó en manos de Estados Unidos en marzo, y Okinawa en junio de 1945. Desde estas dos islas los bombarderos B-29 lanzaron ataques devastadores contra ciudades japonesas.
 
Las fuerzas estadounidenses se prepararon en seguida pare invadir las islas japonesas. Con la esperanza de llevar la guerra a un rápido fin, el Presidente Harry Truman ordenó usar la bomba atómica contra Hiroshima  (6 de agosto) y Nagasaki (9 de agosto). Japón convino en rendirse el 14 de agosto. Casi 200.000 civiles murieron en los ataques nucleares, pero los expertos militares están de acuerdo en afirmar que las bajas, japonesas y norteamencanas, hubieran sido mucho mayores si los aliados hubieran tenido que invadir Japón. 
 

 

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